La lámina delgada de emociones
que me componen
la ignoro constantemente
con el ruido de los pensamientos críticos
que me acosan con prisa y sin pausa.
La herida no sanó,
pero el dolor es lo que molesta.
La espada del recuerdo
gira paulatinamente en lapsos
de meses, años, segundos.
Soy el resultado del amor
y la víctima del mismo.
La conciencia de mi locura
es la única amiga que tengo
en la agobiante aceptación
de la muerte de mis ilusiones.
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