27/11/08

Tú, tú y más tú.

Como me gustaría que estuvieras aquí.
Que pasaras por esa puerta mientras escribo sobre ti.
Pero lamentablemente no es así.
No estás. No apareces. No te encuentro.
Mi más grande deseo en este lapso de tiempo es verte,
Pero mi más profunda razón me dice: “¡Púdrete!”.

La botella se acaba,
la copa se convierte en un suspiro
y tu presencia en una fe.

La soledad que me invade me destruye y me recuerda lo lejos que te encuentras de mi sin importar que tan cerca te sientas.

Pero no es tu culpa.
Es la mía.
Quizás me vengas con el tema de la edad,
o que no disfruto lo mismo que tú.
Pero si sé que no puedo hablar cuando estás ahí.

No me da para contemplar una posible situación en la que me tomes interés y veas que persona soy.

La espera me ciega o quizás es el cinzano.
No te veo, aunque cierro los ojos, no te veo.
Por lo menos trata de mirarme.

La música y yo

En más de una ocasión mis amigos o conocidos han debido escucharme decir: “Yo no escucho música” o “no me gusta la música”. Y en base a una conversación que tuve la semana pasada, me veo en la situación de, no tanto retractarme, pero si explicarme.

Me encanta la música. Es como una droga. Cuando la escucho y va a mi cabeza, me viene una visión. Ya sea una escena, una representación de un sentimiento o hasta una idea.

Pero lo que no hago es buscarla, estudiarla.

No me interesa quién escribió “hijo de la luna”, o como se llama esa la del hacha en la cabeza. No me importa si el guitarrista de un grupo se murió en cierta década y por eso el grupo no es el mismo desde entonces. Me vale un pito que el vocalista de aquí se fue para allá pero no sin que antes el baterista se fuera para otro lado.

Yo escucho música según me viene.
Si la escucho en un boliche, bien.
Si la escucho porque alguien quiere que la escuche, bien.
Si me voy de vieje y ponen música, bien.
Si nunca más en mi vida vuelvo a escuchar música, bien también.

Para mí escuchar música es uno de los tantos actos aleatorios que rodean mi vida y nunca pero nunca será dueña de mi estado de ánimo. Y para los que se pregunten: “¿y cómo sabes que te gusta si no conoces ni el nombre de la canción o el autor?”

Simple, si la escucho y me gusta, me gusta.
Si la escucho y ni me gusta, no me gusta.

No sé de música, no porque no la disfrute, sino porque no me interesa.

45 y 18

No tengo una certera idea de porqué, pero me encantan las mujeres que son mayores que yo.
Su forma de hablar.
Su forma de verse.
Su forma de actuar.
Su forma de sorprender.
Su forma.
Me enloquece la simpatía indeleble que transpiran y la inocencia que hacen crecer en mí.
Quizás sea porque busco a alguien que yo considere más inteligente que lo que yo me considero.
Pero una cosa es cierta.
Si están, están hace mucho y esa concepción, esa mera idea me tibia la sangre y me atrae hasta el punto de obsesión.
No me importa la política, no me importa la religión, me importa la edad.
Tiene que ser mayor.

Voces protectoras.

Si te parece un enemigo, mátalo.
Si sabes que es enemigo, mátalo.
Si se te ordena, mátalo.
Si te ataca, mátalo.
Si te lanza flechas, mátalo.
Si te lanza magia, mátalo.
Si es un guerrero, mátalo.
Si es un arquero, mátalo.
Si es un mago, mátalo.
Si es un cazador, mátalo.
Si es un humano, mátalo.
Si es un elfo, mátalo.
Si es un ogro, mátalo.
Si es un duende, mátalo.
Si es un dios, mátalo.
Si respira, mátalo.
Si fallas, te mato.

-Inscripción de la tableta del gremio de asesinos del reino de Thallar-

“Nunca olvides que cuando camines en las sombras, lo único que te genere temor debes ser tú. Cuando enfrentes a tu oponente debes dominar todo a tu alrededor, desde tus miedos hasta los suyos.

Si debes serlo, conviértete en eso que más odias y has que tu enemigo sepa porqué. Pero eso si, nunca dejes que alguien te vea a menos que tu intensión sea matarlo también.”

-Alcarh. General del ejército de Thallar.
Líder del gremio de asesinos de Thallar.-

Fragmentos de mi fantasía...

“…y el demonio se sintió triste. Triste y enojado. Concentrado en su venganza e impulsado por su ira observó con precisión a su presa. Ésta, confiada e ignorante del poder de Zerz, se rió. Y en menos de lo que el mismo Romus anticipaba, el rey yacía muerto en el piso con los miembros arrancados y la piel rasgada.”

“…y dijo: Convertiré a tu reino en cenizas, tu pueblo en esclavos y a tu estirpe en mi entretenimiento personal.”